El sistema de salud de
Brasil, que está compuesto por un sector público que cubre alrededor de 75% de
la población y un creciente sector privado que ofrece atención a la salud al
restante 25% de los brasileños. El sector público está constituido por el
Sistema Único de Salud (SUS) y su financiamiento proviene de impuestos
generales y contribuciones sociales recaudadas por los tres niveles de gobierno
(federal, estatal y municipal).
Presta servicios de manera
descentralizada a través de sus redes de clínicas, hospitales y otro tipo de
instalaciones, y a través de contratos con establecimientos privados. El SUS es
además responsable de la coordinación del sector público. El sector privado
está conformado por un sistema de esquemas de aseguramiento conocido como Salud
Suplementaria financiado con recursos de las empresas y/o las familias: la
medicina de grupo (empresas y familias), las cooperativas médicas, los llamados
Planes Auto administrados (empresas) y los planes de seguros de salud
individuales. También existen consultorios, hospitales, clínicas y laboratorios
privados que funcionan sobre la base de pagos de bolsillo, que utilizan sobre
todo la población de mayores ingresos.
La mejoría de las
condiciones generales de vida y el éxito de diversas políticas de salud pública
implantadas en años recientes se tradujeron en una reducción espectacular de la
mortalidad infantil (de 35 por 1000 nacidos vivos en 1998 a 20 en 2007), un
descenso de la tasa de mortalidad general y un aumento en la esperanza de vida.
A pesar de estos indiscutibles avances, Brasil sigue presentando las peores
cifras en los principales indicadores de salud de los países de ingresos medios
de la región latinoamericana (Argentina, Brasil, Chile, México y Uruguay),
incluyendo mortalidad infantil, mortalidad en menores de 5 años, razón de
mortalidad materna, mortalidad en adultos y esperanza de vida al nacer.
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